Aprended a morir para que empecéis a vivir

1 de noviembre de 1967 — Charlas Matinales, capítulo 13 (Morning Talks, chapter 13)

Todos estamos bajo un gran engaño. ¿Cuál es este engaño que nos lleva a la deriva? Somos el habitante interno del cuerpo humano, pero nos hemos identificado tanto con el cuerpo, que nos parece que somos el cuerpo mismo. Este cuerpo habéis obtenido a través de la gracia de Dios para encontrar el camino de regreso a Dios. Sois entidades conscientes, una gota del Océano de la Conciencia Universal. Por Su gracia habéis obtenido el cuerpo humano, el peldaño más elevado en la escala de la Creación, en el cual podéis regresar al verdadero Hogar del Padre.

Estamos bajo un gran engaño por dos razones. El cuerpo está hecho de materia, el mundo entero está hecho de materia. La materia está cambiando en cada momente con la misma velocidad como el cuerpo. Si dos cosas están cambiando a la misma velocidad, y nosotros estamos identificados con una de ellas, ambas parecerán inmóviles.

Supuesto que algunos hombres están remando en una canoa y que ésta sigue la misma dirección que la corriente del río. Si estáis identificados con la canoa, y la velocidad de ella y del río es la misma, entonces parece que estáis inmóviles.

Surge la pregunta ¿cómo salir de este engaño? El cuerpo y el mundo, siendo que ambos están hechos de materia, están cambiando.

Hay dos formas de salir de este engaño. Una de ellas es estar provisto de un mayor alcance de visión. Cuando una persona está sentada en una canoa, debería mirar hacia las orillas del río, y se dará cuenta de que está yendo con la corriente del agua. Pero la mejor forma es la de estar fuera de la canoa.

Por eso aconsejan los Maestros:

“¡Oh, hombre! eres víctima de la influencia de un gran engaño,
seas letrado o iletrado, rico o pobre.
Debes salir de este engaño para tener la capacidad
de ver a este mundo en su perspectiva correcta.”

Entonces hay dos medios: el primero es ver por medio de mayor alcance de visión, y el otro medio efectivo es ir a sentarse en un cementerio o en un lugar donde los cadáveres son cremados. En esos lugares veráis a gente llevando a sus muertos sobre sus hombros, ya sea para enterrarlos o para consignarlos a las llamas. Pero nos hemos olvidado a nosotros mismos tanto, que a pesar de que lo veamos con nuestros propios ojos o llevemos cuerpos muertos sobre los hombros, no estamos convencidos de que un día tenemos que abandonar el cuerpo también. ¡Qué gran engaño es éste! De modo que éste es un medio y el otro es estar fuera del cuerpo.

Si estuviérais fuera de la canoa, veríais a la canoa y a los hombres quienes están identificados con ella, yendo con la corriente río abjo. Para poder ver esto, han dicho los Maestros:

Debéis aprender cómo dejar el cuerpo físico —
Aprended a morir para que empezéis a vivir.

Debéis elevaros por encima de la conciencia del cuerpo físico, entonces veréis todo desde su perspectiva correcta. Esta es nuestra condición en nuestro cuerpo.

Después, surge la pregunta: ¿Qué pasa con nuestros parientes? Hemos sido unidos como una reacción de nuestros karmas del pasado, de nuestro dar y recibir. Cuando eso haya terminado, todos tendrán que irse y seguir su propio camino. Este cuerpo no permanecerá aquí con nosotros, ni tampoco otros cuerpos que vienen como reacción del pasado. También dejaremos aquí todas nuestras posesiones. Este mismísimo cuerpo, el primer compañero que obtenemos al nacer en este mundo, tendrá que dejarse atrás.

Siendo que tenemos que dejar el cuerpo, ¿cómo podríamos llevarnos todas las demás cosas que han entrado en contacto con nuestro cuerpo? Este lugar, la tierra o el cuerpo humano, no es el lugar donde se pueda vivir para siempre. Tendremos que partir algún día, tarde o temprano.

Grandes filósofos han venido al mundo, Maestros han venido al mundo. Todos ellos han tenido un cuerpo humano y lo han dejado. No hay excepción a la regla. A no ser que tengamos la visión correcta, no podremos ver las cosas como son realmente.

Los Maestros dicen:

“Tienes que dejar este mundo.
Estas cosas se quedarán aquí.
Te irás con las manos vacías.”

Sin embargo, no estamos convencidos. Para ver las cosas en su color verdadero, hay únicamente dos soluciones: estar provistos de un mayor alcance de visión, como una persona que remando en una canoa, dirige su mirada hacia las orillas de un río, o la otra forma es: abandonar la canoa. Así que, ésta es la gran ilusión en la que estamos yendo a la deriva. Nuestro ángulo de visión cambiará cuando se nos hagan comprender estas cosas.

¿Por qué abusamos de los demás? ¿Por qué los atormentamos?

Ellos tienen el mismo cuerpo humano que nosotros. Al igual que nosotros, son de la misma esencia de Dios, una gota del Océano de la Conciencia Universal. El mismo Poder Controlador nos está manteniendo en el cuerpo a cada uno de nosotros. La máxima aspiración es la de elevarse a la conciencia de Dios. Esto sólo sucederá cuando os conozcáis a vosotros mismos y sepáis quienes sois.

No sois el cuerpo humano, estáis habitando el cuerpo humano, el peldaño más elevado de toda la Creación. Debemos hacer el mejor uso de él, lo cual consiste en estar fuera de él.

Para lograr este propósito, los Maestros siempre nos aconsejan que nos elevemos por encima de la conciencia del cuerpo.

“Aprended a morir para que podáis empezar a vivir.”

Si hacéis esto, tendréis las gafas correctas para ver a través de ellas. Entonces todo aparecerá en su perspectiva correcta.

Debido a esto, todos los Maestros han dicho:

“¡Conócete a ti mismo!”

Estamos llevando las etiquetas o nombres de las diferentes escuelas de pensamiento a las cuales nos hemos unido únicamente para realizar la verdad. Cuando conozcáis vuestro propio ser, desaparecerán los apegos.

Habéis venido desde América por uno, dos, tres o seis meses. Sabéis que tenéis que regresar. Aunque vuestra estancia aquí os gusta, sabéis que tenéis que regresar a vuestro país. Si tuviérais este ángulo de visión, al elevarse por encima de la conciencia del cuerpo, estaríais siempre conscientes de que este mundo no es su hogar.

El Hogar del alma es el Hogar de nuestro Padre. Somos afortunados al tener el cuerpo humano, en el cual podemos regresar al Hogar de nuestro verdadero Padre. Esto no se puede lograr en los órdenes inferiores (animales) de la Creación. Ellos (los animales) sólo vienen para cosechar la reacción de sus acciones anteriores, para cosechar el fruto de éstas.

En el cuerpo humano que hemos obtenido como una reacción del pasado, somos libres dentro de ciertos límites (libre albedrío), para dirigir nuestros pasos en el camino correcto que nos lleva de regreso a Dios. El abecedario comenzará cuando os elevéis por encima de la conciencia del cuerpo. Aprenderéis cómo abandonar el cuerpo a voluntad. Entonces cambiará todo vuestro ángulo de visión. Este es el modo cómo podéis salir de este gran engaño en que os encuentráis.

No sois el cuerpo humano, sino que sois una entidad consciente. Habéis adquirido el intelecto, pero sois seres conscientes. Por la gracia de Dios habéis obtenido este cuerpo humano para poder regresar a vuestro Hogar. Esto no significa que tengáis que abandonar el mundo e ir a los bosques. Tenéis que permanecer aquí, saldar vuestras deudas kármicas, vuestro dar y recibir y encontrar el camino de regreso a Dios. El parentesco que os une es una reacción del pasado para saldar las deudas kármicas con amor y no para ser engañados como sucede hasta ahora. Pensamos que viviremos aquí para siempre.

Hemos obtenido esta oportunidad dorada para encontrar el camino de regreso a Dios. Nos hemos nido a diferentes escuelas de pensamiento con ese propósito. Las insignias que estáis usando, solamente se relacionan con el cuerpo. Habéis obtenido el cuerpo humano, sois entidades conscientes. Su verdadero Hogar es uno: el de la Conciencia Suprema. De manera que para encontrar el camino de regreso a Dios, la primera lección que debéis aprender es saber que os halláis bajo un gran engaño y que debéis salir de él.

Al hacer nuestras meditaciones, aún entonces, no estamos conscientes de ellas. Si vosotros hacéis vuestras meditaciones con toda exactitud, os elevaréis por encima de la conciencia del cuerpo. Empezaréis a tener experiencia del Más Allá. Tenéis que abandonar el cuerpo. Este destino nos espera a todos y no hay excepción a la regla. Pero, con todo esto, le tememos a la muerte.

La muerte es únicamente un cambio tal como el sol sale en un lado del mundo y se pone en el otro. Similarmente, abandonamos este mundo físico y nos elevamos en el Más Allá. Este es un asunto práctico, y si alguien os da una demostración de cómo elevarse por encima de la conciencia corporal, deberíais desarrollarlo de día en día.

La muerte no es un espectro. Es un cambio muy amoroso para aquellos que han tenido experiencia del Más Allá. Para otros es temible. ¿Por qué? Por dos razones.

Una de ellas es, que no sabemos cómo abandonar el cuerpo. Al momento de la muerte tenemos que abandonar el cuerpo. Si veis a un moribundo, os daréis cuenta de cuánto dolor tiene en su cuerpo.

El retiro del alma del cuerpo, según un Santo musulmán (también los Maestros se han referido a esto en Sus Escrituras), es como meter unas ramas espinosas por el recto y sacarlo por la boca.

Las Escrituras hindúes nos describen que el dolor que se siente es como el de mil escorpiones picándonos al mismo tiempo. Es posible que vosotros hayáis sido testigo de eso. Por lo general, la gente se halla en gran agonía al momento de morir.

Esta es una de las razones por la cual tememos a la muerte.

La otra razón es que no sabemos a dónde tendremos que ir en el Más Allá.

Los que acuden al Maestro, reciben una demostración de cómo elevarse durante unos momentos por encima de la conciencia del cuerpo. Vosotros olvidaréis el mundo externo. El ojo interno es abierto y veréis en el Más Allá.

No sois el cuerpo. Esta es la primera grandiosa concesión que el Maestro os da. Unicamente con la ayuda de un Maestro se puede tener esta experiencia.

Cuando abandonéis el cuerpo, empezaréis a comprender cómo todo esto funciona bajo la divina Voluntad. La persona que se convierte en un colaborador consciente del Plan Divino, nunca dice: “Yo estoy haciendo eso o aquello;” dirá que es “Su Voluntad la que se está haciendo.”

“Hágase Tu Voluntad aquí en la tierra com oen el Cielo.”
— Mateo 6:10, Lucas 11:2

La persona que aprende a morir, que aprende a abandonar el cuerpo a voluntad, obtiene vida eterna y nunca tiene que regresar a este mundo. Toda gloria y belleza está dentro de ustedes. Los planos astrales son más bellos que el físico. El plano causal es más bello todavía y los planos espirituales superiores, son los más bellos de todos.

Quienes tienen experiencias del Más Allá, quisieran naturalmente, ir allá, pero están atados. Hasta los Maestros siguen desempeñando Su papel en el mundo. Ellos quieren regresar, pero están obligados por una orden, tienen que continuar haciendo Su trabajo.

Este es el abecedario que se debe aprender en el Sendero de la Espiritualidad. Deberíais salir del engaño. Las meditaciones que se os pide hacer diariamente sólo tienen este propósito.

¿Podéis dejar el cuerpo a voluntad? ¿Podéis entrar en el Más Allá?

Alguien debería estar en el Más Allá para guiaros, y aquí también, para daros una demostración de ello. Se le llama Maestro o Santo a quien puede hacer esto. El nunca nos abandona, ni aquí ni en el Más Allá.

Cada día recibís alguna lección. Tenemos que aprender esta lección de cómo abandonar el cuerpo, de cómo salir de este gran engaño. Si la habéis aprendido, entonces pienso que tenéis la perspectiva correcta. El abecedario comienza donde todas las filosofías terminan. Es cuestión de ver, de elevarse por encima de la conciencia del cuerpo, de experimentar por uno mismo el propio ser.

Plutarco nos dice:

“Las almas de quienes están iniciados
en los Misterios del Más Allá,
tienen la misma experiencia
al abandonar el cuerpo
que se tiene a la hora de la muerte.”

El Maestro vos da una demostración. El nos guía en lo externo y también cuando vamos a lo interno. Es una gran bendición tener un Maestro viviente.

El Poder del Maestro nunca muere, sino trabaja en diferentes cuerpos humanos. Nuestro Maestro tenía la costumbre de citar un ejemplo: que cuando un foco se funde, se pone otro en su lugar. Cuando éste también se funde, se le reemplaza por un tercero. Esa luz es el Maestro incorporizado en un cuerpo humano. Esa luz nunca muere.

Así que, éste es el abecedario que debéis aprender hoy. Todos estamos viviendo un gran engaño y debemos salir de él. No es únicamente un asunto de hablar, sino es un asunto práctico de elevarse por encima de la conciencia del cuerpo.

Si te elevas por encima de la conciencia corporal cada día a voluntad, entonces ¿dónde está la muerte? No habrá temor alguno a la muerte. Iréis contentos, creo yo. Habéis venido aquí para estar con el Maestro, ¿nos es así? Estáis contentos, pienso yo. De manera similar tenemos que llegar a los pies de nuestro Maestro, nuestro verdadero Maestro interno. No vivimos para siempre aquí, en la tierra- deberíamos hacer el mejor uso del tiempo aquí.

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